Esta semana el Departamento de Seguridad Interna (DHS) de Estados Unidos anuncio que abrirá un nuevo centro de detención en Nuevo México para detener a migrantes adultos quienes son acompañados por niños. La medida es aun otro síntoma de las prioridades elusivas del gobierno federal al lidiar con el tema de migración. El Presidente Obama ha deportado más migrantes que cualquier otro presidente. Sin embargo, el clima político siguiere que lo ha hecho, no por política propia pero como un método para complacer a republicanos en el Congreso. El debate que de una reforma migratoria es simple en su esencia: El Presidente y congresistas Demócratas proponen un plan para dar estatus legal a millones de migrantes. Esto ha sido notorio con la propuesta de ley que fue aprobada en el Senado el año pasado. Sin embargo, congresistas Republicanos se oponen a la medida argumentando que no confían en el Presidente para acatar las leyes migratorias en existencia. Entonces, para complacer a Republicanos, el Presidente efectúa deportaciones para demostrar que en realidad si acatara las leyes migratorias. Aun con las cifras de deportaciones tan altas, los Republicanos no se conforman y siguen manipulando al Presidente. La estrategia Republicana y la debilidad Presidencial dejan al migrante sin una reforma.[1]
Aun estando en las noticias seguido, y manteniendo el apoyo de la mayoría del público Americano, la reforma migratoria no se ha dado y probablemente no ocurrirá hasta que este ciclo político sea roto por uno de sus participantes.
El único aliento que tienen los migrantes en el escenario político federal son las declaraciones que acaba de hacer el Presidente Obama la semana pasada. Cansado de la inefectividad del Congreso, el Presidente dijo que tomara acción de forma unilateral para promover ciertas medidas políticas de su administración. Esperemos que mejorar el sistema de migración se encuentre entre estas medidas. El Presidente respondió diciendo que implementara cambios de política por medio de Ordenes Executivas que no requieren el apruebo del Congreso. Después dijo, [si al Congreso no le gusta], “que me demanden.” Puede ser que con estas palabras, el Presidente indique que está dispuesto a romper la monotonía política en el gobierno federal. Desgraciadamente, hemos oído promesas como esta en el pasado y aunque cambios puedan venir, solo vendrán después de millones de deportaciones a consecuencia de una política presidencial débil y la misma terquedad ignorante Republicana.
[1] Esta es una simplificación de un debate demasiadamente complejo en el cual quedan por reducir cantidades de elementos políticos. Sin embargo, la esencia del debate es caracterizada de manera propia.
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